Hace 55 años en el pueblo de Bayamón, nació un niño sietemesino. Hermoso, de tez blanca, pelo rubio y ojos verdes. Es un trabajador incansable y un gran líder en su iglesia y en la comunidad. Cuando no está empañetando una pared, montando una ventana, pintando, arreglando un vehículo de motor, llevando a alguien al aeropuerto, o buscando viandas en la finca para llevar a algún necesitado. No se puede estar quieto. El vino a este mundo a servir y ese es el trabajo misionero que el realiza en la Isla sin necesidad de viajar a otro país, porque en su país aun hay necesidad.
Hace algunos años, la embarcación en la que viajaba presentó un desperfecto mecánico y esa noche el se convirtió en un naufrago. Bebió las aguas del mar Caribe, y pensó que no volvería a ver a los suyos. Se despidió, no podía nadar mas, se rindió y jamás pensó que sobreviviría para contarlo. Sus amigos se convirtieron en ángeles, y lo llevaron hasta la orilla. Su familia desesperada, su esposa angustiada, sus hijas destruidas, pensaban que jamás lo volverían a ver. En la costa, extranjeros lo ayudaron, no los conozco, pero les debo la felicidad de mi vida. Cuando hablé con la policía, el alma me volvió al cuerpo, me dijeron el está bien, ¡ESTA VIVO! Mi corazón rebosaba de alegría, no sabía si gritar o llorar. Mi padre no podía morir y mucho menos abandonarme de una manera tan trágica.
Hoy celebro su cumpleaños, y estaría toda la noche escribiendo los momentos maravillosos que he vivido junto a él. La educación, los valores que me inculcó, los años que trabajó y se tuvo que ir fuera del país, para complacerme en todo lo que yo le pedía. Los bocados de comida que me dejaba en su envase de comida del trabajo. El techo que construyó con sus propias manos, para que nuestra familia tuviera donde vivir. Los paseos al Viejo San Juan, los camellos en la lomita de los vientos, los paseos en bote en el lago de Cidra, los paseos en lancha en alta mar … La tortuga que murió y la enterró en el patio para que yo no sufriera por su muerte y años después me creí paleontóloga cuando descubrí su fósil en el patio de la casa. La tormentera en la “covacha”, donde pasamos el huracán Hugo sin que se nos mojara ni un cabello. El chocolate caliente con queso de bola nunca nos falto en las noches lluviosas y siempre me guardó los huevos que sacaba del vientre de las gallinas cuando las mataba para hacer un asopa’o. Me enseñó a pescar, a sembrar, a ligar cemento… Mi padre nunca me ha levantado la mano. No sé lo que es una nalgada, ni una pela o una quemada con varita de guayabo. Hoy, quiero honrarlo, ¡Papi, eres el mejor!
¡Feliz Cumpleaños!
Q bello... Dios lo bendiga y le colme d mucha salud 100pre
ResponderEliminarJanzet :)
ME HAS EMOCIONADO PROFUNDAMENTE CON ESTE ESCRITO DONDE DESCRIBES EL GRAN AMOR QUE SIENTES POR TU SEñOR PADRE. NOSOTRAS LAS HIJAS SOMOS MAS APEGADAS A NUESTROS PAPAS...PORQUE SERA?...NO SE, YO SOLO SE QUE YO AMO, ADORO AL MIO. PUES SOY SU COPIA AL CARBON...NOS PARECEMOS EN TODO, CAMINANDO, COMIENDO, LOS GESTOS , EN FIN TODO.
ResponderEliminarY YO AMO A MI MADRE CON MI CORAZON, PERO EL DIA QUE MI PADRE CIERRE SUS OJOS PARA SIEMPRE NO SE QUE SERA DE MI...SIN EL YO NO SOY NADA...MUCHA GENTE NOS DICE QUE ENTRE NOSOTROS EXISTE UN AMOR ENFERMIZO...NO, NO ES ASI. LA VEZ QUE LO OPERARON DEL CORAZON AL TERMINAR LA CIRUGIA NO RESPONDIO...LE DIERON CHOQUES ELECTRICOS...YO ME IBA A MORIR. PERO DIOS ME LO DEVOLVIO Y YA LLEVA 14 AñOS CON NOSOTROS...NO HAY NADA COMO EL AMOR DE PADRE...TE AMO PAPI...EXCELENTE ARTICULO...GRACIAS POR SU ATENCION.
Gracias a ambas!!!
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